Japón ha tardado un mes en reconocer lo que era de conocimiento general hace semanas. El gobierno admite que el desastre merece un siete en la escala de sucesos nucleares debido a los altos niveles de radiación detectados tras las fugas de la central, lo que le sitúa en el mismo nivel de Chernóbil.
Como era de esperar por todos los datos que se fueron conociendo desde pocos días después del accidente, Japón decidió hoy elevar a nivel 7 la gravedad del accidente nuclear en la central de Fukushima tras el terremoto y un tsunami que sacudieron ese país el mes pasado.El registro, por desgracia para la humanidad, y para vergüenza de todos esos expertos y apologetas del lobbie nuclear que inundaron de contenidos y discursos pronucleares los principales medios de comunicación del mundo, jurando y perjurando que lo de Fukushima no era ni podía ser comparable a lo acaecido en 1986 en Chernobil, la realidad es que lo sucedido en Fukushima no solo es ya, en este momento, equiparable con la tragedia nuclear vivida en la central ucraniana hace ahora 25 años, sino que está por ver si no es todavía de peores consecuencias sanitarias y ambientales que aquella, tal y como se viene apunto también desde diversas fuentes hace algún tiempo. Fukushima, queda claro, Sí es Chernobil, y puede que todavía peor.
La página digital la televisión pública NHK, según reseñan diversas agencias internacionales, informó esta madrugada que la Comisión de Seguridad Nuclear de Japón ha decido tomar tal decisión debido a los efectos ocasionados por las altas tasas de radiactividad emitidas por las fugas, así como por el peligro que dicha radiactividad puede suponer en la salud de los habitantes de las ciudades cercanas a la planta nuclear y por los efectos para con el medio ambiente de la zona afectada por dichos escapes radiactivos de la central nuclear. Hasta ahora, Chernobil había sido el único accidente nuclear que había alcanzado el máximo nivel en la escala internacional de accidentes nucleares.
La Comisión de Seguridad Nuclear de Japón ha confirmado, entre otras cosas, que sus cálculos indican que la cantidad de exposición externa a la radiación a consecuencia de las fugas en Fukushima ha alcanzado el límite anual de un milisievert en zonas situadas a más de 60 kilómetros al noroeste de la planta y a unos 40 kilómetros en dirección suroeste. En el radio de 20 kilómetros de zona de exclusión la cantidad de radiación varía de uno a 100 milisieverts por hora, mientras que en la zona comprendida entre los 20 y los 30 kilómetros de la central, la cantidad se reduce a niveles inferiores a 50 milisieverts.
En consecuencia, el Gobierno japonés admitió ayer también que tendrá que ampliar la zona de evacuación incluso a pueblos situados a 40 kilómetros debido a los altos niveles de radiactividad, pero que lo harían sin prisa, a lo largo de un mes. Quizá ahora tras los datos aportado por la Comisión de Seguridad Nuclear de Japón este plazo se acelere. Eso es, al menos, lo que se debe esperar. Si es que la salud de la ciudadanía es de algún interés, que visto el tratamiento dado por las autoridades japonesas durante este tiempo a la catástrofe, no queda del todo claro.
El gobierno japonés comunicará su decisión de elevar el nivel de alerta nuclear en rueda de prensa a lo largo de hoy martes. En cualquier caso, es hora de poner nombres y apellidos a esos desalmados que, revestidos de expertos y/o periodistas, han tratado de minimizar los alcances de esta catástrofe y su potencial peligrosidad para con la ciudadanía japonesa y el medio ambiente. Desde Kaosenlared, una vez más, para que nadie lo olvide, volvemos a señalar directamente a unos que han sobrepasado todos los límites aceptables moralmente y se han comportado, y se siguen comportando, de manera absolutamente rastrera y miserable con este tema: Libertad Digital.
En los próximos días publicaremos un extenso informe del comportamiento vergonzoso que dicha web de extrema derecha ha tenido durante todo este mes respecto del tema Fukushima. La miseria moral de los apologetas neoliberales no conoce límites, y todo esto lo ha vuelto a poner, una vez más, de manifiesto. Hay que denunciarlo sin cesar, porque esos miserables luego se permiten el lujo de impartir lecciones de moralidad y derechos humanos cuando lo creen oportuno. Por ejemplo, si a alguien se le ocurre enseñar las tetas en una capilla. Faltaría más.
Kaos. Internacional y ecología.
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